jueves, 21 de abril de 2011

Barcelona 0 || 1 Real Madrid

Fuente: abc.es  --  josé manuel cuéllar / valencia

Casillas besa emocionado el trofeo. | Afp

El Real Madrid vuelve a reinar

Una pared Di María-Marcelo acabó con un cabezazo de Cristiano justo cuando el Madrid se veía acorralado

Partido en el Cotorruelo, como en los encuentros de barrio, con todas las señas de identidad de choques en los que no solo juega el juego, sino el extrajuego: a muerte en los balones divididos con los tacos por delante, faltas tácticas por doquier y avalancha de jugadores propios a por el árbitro a intimidarle. Undiano debió pensar que había vuelto a Navarra cuando empezaba en Regional y le achuchaban de esa manera.

Era el partido que Mourinho había puesto sobre el tapete, llevar el encuentro al tono físico, a la protesta, a la presión bien ordenada, con una intensidad tal que incluso el que lo veía sentía la presión de la zarpa de hierro en la garganta. Si el espectador apenas podía respirar por el agobio de lo visto, uno no puede imaginarse cómo se vería el Barcelona ahí abajo, tres camisolas blancas llegando como centellas a la presión, con un 4-5-1 que multiplicaba sus números en la medular. Una angustia tal que propiciaba el vómito del que llevaba el balón.

Nadie se pudo mover en el Barcelona, cortados sus circuitos por completo. Si Xavi iba a recibir le encimaba Pepe con esas piernas de kilómetro que tiene y con los codos y el pecho empujando, asfixiando, rompiendo por completo el cerebro de los azulgrana. Si iba a Iniesta se le echaba encima Khedira, que es un gigante de 1,90 y cuya sombra no dejaba ver los focos al pequeñín de Albacete.

Ayudaba Ozil, ayudaba Di María, acudía Xabi Alonso, y la defensa adelantaba su posición para estar bien juntos. El Barcelona se encontró en un cortocircuito total, expuesto a los balones robados del Madrid, que acabó creando ocasiones de gol, en realidad, todas las ocasiones de gol. Dos de Cristiano, único delantero, otra de Ozil y la más clara de Pepe, que cabeceó al palo por dentro. El balón no entró como podía haber entrado mientras el Barça estaba al borde del precipicio, sostenido por el orden y la polivalencia de Busquets que aguantaba a un equipo empujado por la furia del Madrid, que puso en brete, no solo al Barcelona, sino a Undiano, que también se vio acosado por todos lados.

Hablemos de Undiano. Otro cualquiera habría claudicado, por un sendero o por otro. Habría empezado a disparar balas amarillas sin cuento, sin mirar, a todo lo que se le pusiera por delante, o se habría acobardado y los jugadores habrían reinado en ese caso. Undiano, probablemente el mejor árbitro del mundo, optó por un camino intermedio.

Aguantó primero y luego sacó cartulinas en el momento oportuno, para frenar el descontrol y el caos que había en el terreno de juego, un caos propiciado y ordenado desde los banquillos antes incluso de empezar. Al final, el Madrid tenía el partido donde quería y el Barcelona iba por el choque con mucha posesión de balón pero con el rumbo perdido, a centímetros de naufragar.

La única incógnita al descanso, y la más importante, era saber si el equipo de Mou aguantaría ese galopar desbocado en la presión, alimentado por el hambre enfebrecida de títulos que tiene el equipo. El Barcelona esperaba a que pasara el chaparrón pero, ¿iba a pasar?

Cambio de signo

Pasó. El Madrid dio casi tres pasos atrás, muy asfixiados. Se juntó además que Iniesta se juntó a Xavi y los blancos siguieron juntos, pero diez metros más atrás. Era lo normal porque los de Mou tenían ya un cuarto de reserva en los pulmones. No había ya dientes, ni mordiscos ni tres contra uno, apenas uno ante otro y ya... En suma, problemas para el Madrid porque el Barcelona ya se parecía mucho al Barcelona y el partido, en sí, mucho al que se jugó en el Bernabéu el sábado.

Con esos metros cedidos, Cristiano empezó a encontrarse solo, muy solo, cada vez más aislado, y de espaldas a puerta, sin apenas opción a hacer nada útil. Sin ofensiva, el Madrid tuvo que dedicarse a guardar puerta, sin apenas más. Y así, con Iniesta ya entrando en juego, el Barcelona empezó a acercarse a Casillas. El Madrid aguantó como pudo, a la espera de un golpe de genialidad de alguien. Lo encontró en una pared Di María-Marcelo con un centro que Cristiano encontró en el cielo para meterla en la red.

Ficha del partido

Barcelona: Pinto, Alves, Piqué, Mascherano, Adriano (Maxwell, m.119), Xavi, Busquets (Keita, m.108), Iniesta, Pedro, Messi y Villa (Afellay, m.105).
Real Madrid: Casillas, Arbeloa, Sergio Ramos, Carvalho (Garay, m.119), Marcelo, Pepe, Xavi Alonso, Khedira (Granero, m.104), Ozil (Adebayor, m.70), Cristiano Ronaldo y Di María.
Gol: 0-1, m.103: Cristiano Ronaldo cabecea un centro de Di María.
Árbitro: Alberto Undiano Mallenco (Comité Navarro). Amonestó por el Barcelona a Pedro (m.34), Messi (m.64) y Adriano (m.118) y por el Real Madrid a Pepe (m.26), Xavi Alonso (m.60) y Adebayor (m.74). Expulsó por acumulación de amonestaciones al madridista Di María (m.86 y 120).
Incidencias: final de la Copa del Rey, disputada en el campo de Mestalla, en Valencia, ante 50.000 espectadores. Terreno de juego en buenas condiciones.

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