lunes, 27 de junio de 2011

River, un drama argentino

Fuente: abc.es

El equipo más laureado (33 Ligas) baja a Segunda. La mitad del alma de Buenos Aires llora... y la otra se regocija


En un futuro, las crónicas dirán que ayer a las 16.50 (hora local), en una fría y soleada tarde de invierno, un terremoto, no por esperado menos intenso, conmovió los cimientos de la Argentina. Que el epicentro estuvo situado en el estadio Monumental pero sus efectos se sintieron de Jujuy a Ushuaia. Porque ayer a las 16.50, River Plate, uno de los dos clubes más populares del país, el dueño de la mayor cantidad de títulos de Liga (33), dejó de ser equipo de Primera División por primera vez en sus 110 años de existencia.

River empató 1-1 con Belgrano de Córdoba en el partido de vuelta por la Promoción, y el 2-0 obtenido por los cordobeses en la ida les permitió subir a Primera y entrar en la historia grande del fútbol argentino, porque su nombre quedará ligado por siempre al descenso de la entidad que en su día vio brillar estrellas que van desde Alfredo Di Stéfano y el Charro Moreno a Gonzalo Higuaín o Javier Mascherano, pasando por Enzo Francescoli, Pablo Aimar o Javier Saviola, por mencionar sólo algunos de los múltiples cracks que vistieron su casaca blanca con una banda diagonal roja.

El partido, de una intensidad desbordante, tuvo todo lo que se le puede pedir a una final. Emoción, polémicas (un gol mal anulado a Belgrano en el arranque, un penalti no pitado a River promediando la primera parte), juego duro, nervios a raudales e incluso algo de buen fútbol, aportado por Lamela en River y Vázquez en Belgrano. River encontró el gol de la esperanza a los 5 minutos, gracias a un derechazo del todavía bético Mariano Pavone, y tuvo varias opciones en la primera parte, pero falló más de la cuenta. Belgrano fue encontrando espacios hasta que a los 16 minutos del complemento Farré estableció el 1-1. Poco después, un penalti atajado por el portero Olave al mismo Pavone dio comienzo a las lágrimas que inundaron el estadio cuando el árbitro Pezzotta dijo basta un minuto antes de los 90, cuando la violenta barra brava local comenzó a invadir el campo y obligó a un final anticipado.

La caída de uno de los equipos «intocables» del fútbol mundial, tal como podrían ser el Real Madrid o el Barcelona en España, todavía parece difícil de explicar. Pero sus causas son múltiples y abarcan varios años de desgobierno. Algo por otra parte inevitable en la Argentina, donde los descensos de categoría se definen por el promedio de los puntos obtenidos en las tres últimas temporadas, en las que las noticias del equipo millonario empezaron a ser más frecuentes en las páginas de Sucesos que en las de Deportes.

Los Borrachos del Tablón, la citada y temible barra brava riverplatense, tuvo mucho que ver al respecto. Cada día más poderosa y con mayor impunidad durante la gestión de José María Aguilar (2001-2009), comenzó al mismo tiempo una feroz guerra interna que incluye un asesinato, junto a una influencia creciente en las decisiones directivas y las millonarias transferencias de las figuras del equipo.

Esta insólita intromisión no es más que el mejor ejemplo de los niveles de corrupción que fueron invadiendo el club. Así, una entidad cuyos balances financieros siempre habían sido positivos se hicieron deficitarios, hasta alcanzar una deuda que supera los siete millones de euros, una cifra muy alta para el empobrecido fútbol local. Semejante desbarajuste tuvo su lógico traslado al campo. River fue jugando cada vez peor, su prolífica cantera dejó de producir cracks, los pocos jugadores respetables fueron migrando y, a cambio, llegaron futbolistas mediocres, muy alejados del linaje del club.

Hace un año, cuando Daniel Passarella, un viejo ídolo, ganó por apenas seis votos la presidencia, encontró una entidad destruida en lo económico, carcomida por la corrupción y devastada en lo futbolístico. Y no supo encontrar soluciones. Ayer, aquel hombre que se hizo famoso al levantar la Copa del Mundo en 1978 en ese mismo estadio Monumental, se convirtió en el primer presidente que vio descender a River a Segunda División, un auténtico terremoto que puede cambiar la historia del fútbol argentino.

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